“Boós está muy centrado en las tierras de Soria y a él se llega, viniéndole
de Bayubas por un fecundo pinar que de pronto se interrumpe
en un corte tajante para cambiar a otra especie
forestal: el enebro o la sabina, . . .”
Memorial de Soria. Miguel Moreno.
Cuando decidimos realizar la visita
nos encontrábamos en los primeros días fríos de febrero, concretamente en el
octavo. El objetivo de nuestro viaje era Boós, una localidad con ese nombre tan
extraño y que según uno de sus habitantes se trata del genitivo de buey en
griego (Bous, boos).
Para llegar a esa localidad hay que
tomar la N-122 en dirección a Valladolid. Ya sabíamos que, de vez en cuando,
una rotonda nos reconduciría a la A-11 para que la utilizásemos “un tramito”.
Así estamos. Pasado el cruce de Calatañazor y antes de llegar a Blacos, en
pleno puerto del Temeroso, encontraremos a la izquierda un cruce que marca los
cinco kilómetros que nos separan de Rioseco. Esa carretera, la SO-P-4046, nos
llevará a ese municipio y, una vez allí, hemos de coger un desvío hacia la
derecha, por la SO-P-4248. Dejaremos a un lado el campo de golf de Rioseco y al
poco tiempo estaremos en Boós.
Nuestro paseo se ve interrumpido por
el claxon que anuncia la llegada del panadero. Es una llamada para que los
pocos vecinos que hoy habitan el pueblo salgan a comprar tan preciado alimento.
Dos veces por semana se produce este fenómeno que no es solo una compraventa,
sino una ocasión invernal para verse con sus vecinos. No hay bar, ni iglesia,
ni temperatura que invite a salir a la calle y hablar de la soledad. También
resulta difícil coincidir en las labores agrícolas, pues pocos se dedican ya al
regadío de ese fértil vallecito del río Sequillo que daba patatas, judías y
remolacha.
Al dirigirnos hacia la iglesia de Boillos nos encontramos a la salida del pueblo con una fuente de piedra coqueta y un alargado y estrecho abrevadero. Nos acercamos a la antigua iglesia de San Lorenzo. Alrededor de ella, en tiempos pretéritos, se desarrolló un pequeño pueblo llamado Boillos. Hoy, decrépita, está rodeada, como isla, por un campo arado hasta casi sus tapias. Aseguran los pocos pobladores del pueblo que no hace ni treinta años que ellos iban de romería a esa iglesia que todavía conservaba su tejado. Nos cuentan que los niños acudían por las tardes a echar aceite al candil del Sagrario para que siempre estuviera iluminado en la ermita. Allí se celebraban tres festividades, Jueves Santo, vísperas de la Ascensión y San Lorenzo (10 de agosto), que por motivo de la cosecha era una celebración de fecha cambiante según decidía el Ayuntamiento.
Nos cuenta D. Fausto, sacerdote nacido
en la localidad, que el martes antes de la solemnidad de la Ascensión se
celebraba misa en San Lorenzo y se bendecían los campos; a continuación, el pueblo
subía a la Cruz del Carrascal. El Ayuntamiento llevaba dos
botos de vino que dejaba en el “enebro del vino” y lo repartía entre los vecinos
en una especie de tazas o conchas de plata; mientras, los vecinos llevaban su
propia comida.
Hoy San Lorenzo prácticamente es una
ruina. Aunque las paredes siguen en pie, la techumbre no existe y en su
interior las hierbas se han adueñado del espacio. Su factura es pobre, de
mampostería y sillares en las esquinas. Tanto al exterior como al interior destaca
ese color rojizo que nos acerca a los pueblos rojos de la Sierra de Ayllón. Se
aprecian dos partes diferenciadas: una románica y otra, fruto de una ampliación
realizada en el siglo XVIII, todavía más pobre; precisamente la cabecera más
moderna es la que peor está soportando el paso del tiempo.
Era una iglesia de una sola nave, quizás con cabecera semicircular en la que, en el siglo XVIII, se acometió una reforma que la transformó en cuadrangular y se abrieron dos vanos con ladrillo mudéjar en la espadaña de poniente. Un arco triunfal doblado separaba la nave del presbiterio. El arco era sostenido con dos medias columnas con sus capiteles: el de la izquierda con hojas y el de la derecha con figuras antropomorfas. Dos ventanas adinteladas con recerco de ladrillo iluminaban la cabecera, mientras que la otra, también adintelada, pero de sillería, y que milagrosamente conserva su reja de forja, iluminaba la nave desde el sur. En el muro de poniente, una ventanita de arco de medio punto y abocinada hacia el interior se encuentra tapiada. En el desbarajuste que se observa en el interior de la nave, a los pies de la misma, todavía resiste una pila bautismal muy pobre, cubierta con restos de tejas, y en el solado un gran agujero.
Al sur se abre la puerta de entrada
con arco de medio punto doblado y chambrana de nacela. Los arcos apoyan directamente
en una imposta de nacela simple, careciendo de cualquier decoración. Ahora
bien, si nos fijamos un poco vemos que, en el intradós del salmer de poniente, alguien
esculpió un grafiti donde vemos la parrilla de San Lorenzo.
La iglesia contaba con un altarcillo
presidido por una imagen de San Lorenzo y con un San Isidro, al parecer obra de
Juan Martínez, artista local autodidacta. Ambas imágenes se guardan en la
parroquial de la Asunción.
En septiembre de 2018, en un verano lleno de saqueos patrimoniales, el arco triunfal fue expoliado con saña, por lo que los vecinos tuvieron que colocar unos puntales metálicos para sostener el arco superior en muy difícil equilibrio. A principios de noviembre de 2018, en el marco de la “Operación Dovela”, se presentaron hasta 150 piezas recuperadas por la Guardia Civil, entre ellas se encontraban las dovelas, tambores, basas y capiteles del arco triunfal de San Lorenzo, que al parecer fueron entregadas en custodia al Ayuntamiento de Valdenebro. Esos días de septiembre el alcalde pedáneo hablaba en prensa de una posible consolidación-reconstrucción de estas ruinas. Los vecinos y vecinas con los que hemos hablado esperan ese milagro y están deseosos de que se reconstruya San Lorenzo de Boillos.
Termina nuestro recorrido en el
aseadísimo pueblo de Rioseco, allí tomamos un café en el igualmente aseado
restaurante los Quintanares y damos un paseo por sus calles, con la sorpresa
feliz de ver en su frontón a los niños y las niñas de la escuela jugando.
BIBLIOGRAFÍA:
- ARCHIVO DIOCESANO DE OSMA-SORIA. Libros de Fábrica de la
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Boós. (Soria).
- Conversaciones con D. Fausto, sacerdote natural de Bóos.
- HERALDO-DIARIO DE SORIA; FERNÁNDEZ, Virginia: "Expolían los
capiteles de la ermita de San Lorenzo en Boós". 29 de septiembre de 2018.
Soria.
- MARTÍNEZ DÍEZ, G. (1983): "Las comunidades de Villa y
Tierra de la extremadura castellana." Madrid. Editora Nacional
- Página de Facebook Soy de Boós: https://www.facebook.com/soydeboos
- SORIA NOTICIAS: "La `Operación Dovela´ rescata 150 piezas
expoliadas del patrimonio cultural y religioso de la provincia". 05 de
noviembre de 2018.
- VV.AA. (2002) Enciclopedia del Románico en Castilla y León.
Soria. Aguilar de Campoo. Fundación Santa María la Real.
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