“A Calatañazor se va de bajada, y con
revueltas, y a un kilómetro aparece
una
ermita, la de la Soledad, al pie de un roquedal. El pueblo está
en
la cima de este roquedal, y cuando llegamos arriba y
pasamos
junto al letrero que pone Calatañazor,
ya
no me acuerdo de Abejar”.
Nuestro
destino, en esta ocasión, es bien conocido para tantos y tantos sorianos y para
los que no lo son. Nos dirigíamos a Calatañazor por la N-122, salpicada por la
A-11, hasta llegar, a un cruce a la derecha para tomar la SO-P-5026. En media
hora llegamos a nuestro destino.
A Calatañazor
lo rodea por el este y el sur el río Milanos, pero la localidad lo observa
desde lo alto de un peñasco inexpugnable. El pueblo, que fue cabeza de la
Comunidad de Villa y Tierra de Calatañazor, se convirtió en municipio al caer
el Antiguo Régimen, y llegó a albergar a más de 600 habitantes en el siglo XIX.
Desde entonces su población ha ido descendiendo hasta los 37 que hoy figuran en
el censo. Las pedanías de Abioncillo y La Aldehuela aumentan en 14 el magro
resultado. Viven de un turismo vacacional y sus establecimientos reducen sus
prestaciones el resto del tiempo: «aquí
los bares no te sirven café hasta el verano, aunque estén abiertos. Si quieres
tomar café tienes que ir a la Venta Nueva», se queja una desconsolada
vecina.
La Villa de
Calatañazor contó con once parroquias, muchas de ellas extramuros. Conocemos la
carta que a finales del siglo XVIII D. Ramón Bas y Martínez, párroco de la
Villa, dirigió al cartógrafo Tomás López. Por ella sabemos que de las 11
parroquias, al menos siete se encontraban extramuros. En el sector norte había
cuatro, de ellas se conservan en muy buen estado la Soledad, antigua de San
Nicolás, la caja de los muros de San Juan y escasos restos de Santa Ana y su
collación. La pujante villa crecía fuera de la muralla.
Antes de
iniciar la cuesta que nos conducirá al centro del pueblo, pudimos contemplar la
ermita de Nuestra Señora de la Soledad, ermita románica, recuperada y que,
afortunadamente, no tiene cabida en esta serie del «románico mirando al cielo»,
por poseer una techumbre en buen estado. Su actual propietario es el
ayuntamiento de Calatañazor y no el obispado lo que, en principio, augura un
mejor futuro al edificio. Es del siglo XII y, sorprendentemente, su portada se ubica
al norte, seguramente porque hacia ese lugar existía en aquellos ya remotos
tiempos la collación de San Juan, y porque por el norte se extendería la
habitación de sus pobladores. Hoy todo ha desaparecido. Las tierras de labor
ocupan lo que durante en tiempos pretéritos fueron viviendas extramuros de
Calatañazor. La Soledad mira desde lo alto a San Juan. Llama la atención su
espléndido ábside y unos canecillos desgraciadamente interrumpidos, junto con
la cornisa en la nave, por unas obras de restauración que igualaron la altura de
esta a la de la cabecera.
Siguiendo por
la misma carretera, a solo unos metros, en una zona habilitada para
aparcamiento, se encuentra la ermita de San Juan Bautista. El edificio entra
por pleno derecho en el románico sin techo. No tiene nada de él. Sin embargo,
el aspecto de lo que queda de ella es bueno, fruto de una intervención que el
Proyecto Soria Románica llevó a cabo en 2010. Entonces se consolidaron las
ruinas, se limpió el entorno de vegetación y se acondicionó el aparcamiento.
Esas obras permitieron a las ruinas salir de la ´Lista Roja´ del Patrimonio de
Hispania Nostra. Años antes, nos relata J. Antonio Gonzalo, Presidente de la
Asociación Cultural Amigos de Calatañazor, hubo un proyecto de reconstrucción de
la ermita en colaboración de la Asociación con el Ayuntamiento y la Asociación
Tierras Sorianas del Cid. Durante aquellos años la Asociación limpió de maleza
el entorno de la ermita. El proyecto pretendía realizar un aparcamiento y en el
interior un centro de recepción de visitantes e información, así como una sala
de conferencias. Las dificultades económicas de la crisis de 2008 paralizaron
el proyecto, pero en la actualidad se sigue con la idea de una posible reconstrucción,
por lo que no se descarta que en unos años el inmueble pueda tener nueva
cubierta y nuevos usos.
San Juan
Bautista es una pequeña iglesia, de una única nave acabada en testero recto, algo,
bastante común en la antigua Comunidad de Villa y Tierra de Calatañazor. La
silueta de la caja de sus muros se repite por el rural soriano. La espadaña
está desmochada como las que vemos en Golbán, La Pica o la ermita de San Marcos
en el despoblado de Campicerrado. Su factura pobre es de sillarejo y
mampostería, como casi todas las del románico rural soriano. Únicamente en las
esquinas y la portada, mirando al sur, presume de sillares.
Es una bonita
portada en la que se han repuesto algunas piezas. Ésta se resuelve con un arco
de ingreso de medio punto y dos arquivoltas, una lisa y otra de fino bocel,
separadas por una cenefa de tallos ondulantes y rematada con una chambrana con
bifolias. Todo ello apeado sobre una línea de imposta con bifolias
arrepolladas. Todavía conserva la portada en su parte superior dos canzorros que
sirvieron de apoyo a la cubierta de un pequeño pórtico que protegió la portada.
La cabecera
es recta, muy similar a como lo sería la de San Miguel de Parapescuez, y
ligeramente más estrecha que la nave. Presbiterio y ábside se cubrirían con
bóveda de cañón y la nave con cubierta de madera. En su interior, las paredes
estarían enfoscadas. Parte del ábside aparece ocupado por los brotes de olmo
que otrora ocultaban estos restos que han sido talados. Desde allí se observan
los buitres majestuosos atravesando esa llanura recorrida por el río Abión, y
se escuchan las máquinas que la Diputación ha desplegado para asear las cunetas
de la carretera y ofrecer una cara hermosa al turista veraniego. También este
inmueble es propiedad del ayuntamiento y, sin duda, una vez consolidado, ofrece
múltiples posibilidades de utilización, en verano claro está; no olvidemos que
se trata de un edificio desde cuyo interior, se mira al cielo.
Una ladera al
norte nos separa de otra ermita, la de Santa Ana. La pendiente de la ladera no
es suficiente para eliminar nuestra curiosidad. Un poco jadeantes alcanzamos la
cima donde nos encontramos con dos edificios: las ruinas de Santa Ana y el
depósito de aguas. El cerro domina el espigón de Calatañazor y ofrece al viajero
unas vistas únicas de la villa amurallada. En ese alto se asentó una pequeña
collación y hoy podemos ver los restos de una ermita muy pequeña y casi
completamente derruida. Todavía se distingue parte de la caja de sus muros con
la orientación canónica y su cabecera recta. A su alrededor se esparcen
montones de piedras que, en su día, seguramente, formaban parte de alguna
vivienda o de la misma iglesita. Entre las piedras se adivinan trozos de tejas,
ya relajadas de su labor, y empotrada en el muro sur, todavía vemos una dovela,
que con total certeza formó parte de la antigua portada. Por lo que observamos
en los restos, esta, como otras muchas ermitas, durante un tiempo fue ocupada
como majada, apareciendo ahora el espacio como un puzle de piedras de difícil interpretación.
Aquí acabaría
nuestra jornada, sin embargo, ¿se puede estar en Calatañazor y no pasear por
sus calles?, desde luego nosotros no; curiosos insaciables y enamorados de su
historia y de su belleza.
Así pues,
recorremos su empinada calle principal y llegamos a su plaza donde se alzan majestuosas
las ruinas de su castillo. No nos resistimos, y subiendo sus escaleras, ahora
restauradas, alcanzamos la cumbre, y pensamos admirados, en lo que las gentes
del medievo sentirían al vislumbrar, desde las alturas, las imponentes huestes
que el caudillo Almanzor había desplegado en la llanura para asediar su pueblo.
¿O sólo es una leyenda? Nos da igual, somos unos románticos buscando hazañas y
soñando con batallas y gestas que nos lleven a encontrar gigantes donde solo
hay molinos, ¿o no? ¿Qué nos impide soñar?
BIBLIOGRAFÍA:
-
ARCHIVO DIOCESANO DE OSMA-SORIA. Libros de Fábrica de la Iglesia de Santa
María del Castillo de Calatañazor. (Soria).
-
AYLAGAS MIRÓN, A. (2002): "La Villa y Tierra de Ucero en el año 1602:
retrato con 400 años de antigüedad". Revista de Soria. Edita Excma.
Diputación Provincial de Soria.
-
MARTÍNEZ DÍEZ, G. (1983): "Las comunidades de Villa y Tierra de la
extremadura castellana." Madrid. Editora Nacional
-
VV.AA. (2002) Enciclopedia del Románico en Castilla y León. Soria.
Aguilar de Campoo. Fundación Santa María la Real.
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